Publicación: 14 de noviembre de 2017
Autoría: David Mejía
Desde 2014 Estados Unidos, los países de la OTAN (Francia, Reino Unido, Alemania y compañía), Rusia e Irán: los ejércitos y fuerzas aéreas más poderosas del mundo luchan contra Estado Islámico sin poder derrotarlo plenamente en más de tres años de conflicto.
Oriana Fallaci, famosa periodista, corresponsal de guerra y escritora, dedicó sus últimos años de vida —desde el 11 de septiembre de 2001 hasta su muerte el 15 de septiembre de 2006— a denunciar y atacar lo que ella consideraba la invasión islámica de occidente, así como el auge del extremismo yihadista, que a la larga sometería a Europa y a una gran parte de occidente, según su pronóstico.
Rabia y orgullo y la Razón de la fuerza fueron sus grandes manifiestos contra el islamismo político y la migración musulmana, que conducirían a la “islamización de occidente”, a la destrucción de la Europa cristiana y la sustitución de esta por, lo que Fallaci llamaba despectivamente, “Eurabia”.
Las posturas de Fallaci, si bien la hicieron una de las escritoras con más ventas en sus últimos años de vida, también le valieron múltiples demandas y procesos judiciales por racismo y discriminación, incluso llegó a tener una solicitud de extradición para ser procesada en Suiza por delitos asociados al odio.
Fallaci veía un occidente debilitado y capturado por el liberalismo, que carecía de la fuerza para oponerse a estos monstruos de pura voluntad y violencia como Al Qaeda, los Talibanes o Hamas. A Fallaci se le uniría el famoso escritor francés Michel Houellebecq, que satirizaba y auguraba, en el libro “Sumisión”, la transformación de la sociedad francesa en una sociedad conservadora y mayoritariamente musulmana. “Sumisión” fue publicado el 7 de Enero de 2015 coincidiendo con la masacre parisina del semanario satírico Charlie Hebdo, una macabra coincidencia que, para muchos, convertiría al libro en un éxito.
¿Estarían locos dos de los más famosos escritores de occidente? ¿Habrían simplemente descendido al oscuro mundo del racismo y la islamfobia que cada día impera más en nuestras sociedades?
Lo cierto es que con el pasar de los años el ascenso del islamismo político, y de su vertiente más extremista el Yihadismo, es cada vez más evidente. La guerra contra el terrorismo iniciada por Estados Unidos en 2001, y acompañada por los países europeos, recibiría una brutal reacción más de una década después, en 2014, con la aparición del Estado Islámico, que superaba a Al Qaeda como red de apoyo al terrorismo; constituyéndose como un ejército de tierra en Siria e Irak y como una internacional armada, en el resto del mundo, incluyendo ahora a miles de ciudadanos de países occidentales como Alemania, Francia, Bélgica y Reino Unido.
Desde 2014 Estados Unidos, los países de la OTAN (Francia, Reino Unido, Alemania y compañía), Rusia e Irán: los ejércitos y fuerzas aéreas más poderosas del mundo luchan contra Estado Islámico sin poder derrotarlo plenamente en más de tres años de conflicto. Lo cual es poco, si se le compara con los 16 años de lucha en Afganistán en los que no han sido derrotados los Talibanes , ni el país ha podido salir de la pobreza y el riesgo de hambruna. Casi dos décadas de bombardeos y ataques con drones por todo oriente medio y el centro de Asia para constatar que Al Qaeda aún vive. Agazapada sí, pero latente y al acecho.
Quizás occidente esté maldito y los dioses le impidan matar a su hijo, ya que Estados Unidos y en gran medida los países europeos, crearon, armaron y financiaron a este conglomerado de movimientos yihadistas.
En su afán por destruir el comunismo, Estados Unidos promovió y armó a la insurgencia afgana en los ochenta, incluido Osama Bin Laden, que más tarde se convertiría en los Talibanes y Al Qaeda. En su afán por cooptar el petróleo iraquí, los norteamericanos sacarían a Hussein que era, en gran medida, el freno para movimientos como Jama’at al-Tawhid wal-Jihad, milicia que con los años se transformaría en el actual Estado Islámico. Los europeos sacarían a Gaddafi del poder, hundiendo Libia en la anarquía y permitiendo el paso del EI y Al Qaeda a este país mediterráneo. También armarían los occidentales “a la oposición moderada Siria” dentro de la lógica de sacar del poder al Bashar Al-Assad (Al igual que a Gaddafi y Hussein).
Pero sobre todo Europa y EE.UU. han permitido y promovido al extremismo y fundamentalismo islámico al tolerar y financiar a las monarquías teocráticas del golfo pérsico, creadoras y difusoras del wahabismo, el cuerpo ideológico y filosófico que inspiraría estos movimientos.
Es probable que Fallaci estuviera equivocada, no en cuanto que el islamismo político destruirá y someterá a occidente, sino en que el culpable es la debilidad de occidente. Ya que más que debilidad parece la estupidez de los líderes euroamericanos la que abre la puerta a extremistas.
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