Publicación: 08 de julio de 2020
Autoría: Omar Pacheco
Hay lugares que terminan por evocar acontecimientos que se salen de la trivialidad del instante y redibujan las siluetas de almas disidentes, referentes de una lucha que parece interminable, pero cuyos recuerdos son el cálido cobijo de lxs que sienten la exclusión.
Stonewall Inn, espacio de encuentro de homosexuales, lesbianas, transgénero y drag queens, en la madrugada del 28 de junio de 1969 hizo temblar al verdugo de uniforme y placa, al obediente abusador. Se hicieron valientes, y los armarios en los que la animadversión de la sociedad pretendía ocultarlos, se hicieron fuego y ese fuego inundó la calle de Greenwich Village. Era evidente que la campaña para limpiar la ciudad de Nueva York, que incorporaba la solución del problema homosexual, estaba en marcha, al igual que la reelección del alcalde republicano John Lindsay. Sin embargo, la represión ejercida fue el catalizador del hito fundacional del movimiento, con posturas radicales que se sumaban a los movimientos feministas, anti-guerra, y Black Panthers.
Lo que se denominó el levantamiento de Stonewall se venía atizando desde agosto de 1966, en Compton’s Cafeteria, San Francisco, un alzamiento contra la represión policial por parte de personas queer empezaría a caldear los ánimos y organizar la rabia alrededor de la solidaridad y el apoyo mutuo.
Miss Major y Marsha P. Johnson hicieron parte del levantamiento aquella madrugada en Stonewall Inn, lo que las impulsó a trabajar contra la discriminación que tenían que vivir por ser transgénero, otras por ser trans, negras o latinas, empobrecidas y trabajadoras sexuales. Rechazo que incluso se percibía de parte de los homosexuales y en las feministas que las consideraban como la simple emulación de una mujer.
Las cenizas de la reivindicación que se disiparon para encender el movimiento LGBTI a nivel mundial, llegaron a Colombia en 1977, impulsadas por el Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia, de la mano de León Zuleta, un homosexual, sindicalista y comunista.
En un ejercicio de memoria y recolección de objetos valiosos e historia del movimiento LGBTI nace el homenaje a Stonewall Inn, el primer museo LGBTI de Colombia. Queremos recordar la lucha, esa gesta libertadora y rendir tributo a todas aquellas personas que trabajaron por el movimiento de liberación homoxesual, menciona Rubén Darío Gómez, director del museo.
La primera sala que se abre campo entre unas cuantas puertas y dos registradoras es el muro de la memoria Trans, allí se encuentran los rostros de algunas de las mujeres que han muerto producto de la desidia del Estado, comenta Rubén Darío. El abandono en el que se encuentran las personas transgénero es evidente, no hace mucho, a Alejandra Monocuco, el sistema de salud le negó la asistencia médica, la aplicación indudable de la necropolítica, política basada en la idea de que para el poder unas vidas tienen valor y otras no, de acuerdo con Clara Valverde.
Unos pasos hacia adentro del lugar, con un fondo iluminado con luces de colores se encuentra ‘¡Salí del clóset! Identidad, amor y erotismo’, una exposición que abrimos para la semana de la diversidad sexual, las difíciles decisiones en el tránsito para salir del clóset, comenta Rubén mientras presenta el resto de la exposición, amenizada por una composición de música clásica. Jack, quien se presenta abruptamente como guía, explica cada uno de los perfiles de las personas famosas que se han declarado abiertamente homosexuales o lesbianas, y artistas que siendo cisgénero apoyan al movimiento LGBTI.
Luego de subir unas escaleras empinadas de madera que rechina con cada paso, se encuentra la sala Luís Caballero, uno de los pintores más excelsos de Colombia cuya obra fue dedicada al desnudo. Al ingresar hay imagen en forma de boca, la cual, que muestra las formas en como se refiere de forma peyorativa al las personas LGBTI (loca, roscón, cacorro, invertido, mariposo, afeminado). En el muro, justo a la entrada, una pintura semejante a una de Caballero.
Jack, mirando a una de las fotografías, Sylvia Rivera, activista Trans que trabajo de la mano con Marsha P. Johnson en Street Travestite Action Revolutionaries, asociación para ayudar a personas trans que vivían en las calles neoyorquinas, cuando entenderán que es una reivindicación de nuestros derechos, no una celebración. Lo dice para sí mismo, aunque le acompañamos tres personas más. Asentimos con la cabeza y dejamos que siga la explicación de la sala.
Entre filósofos, políticos, escritores, actores, activistas, cantantes y artistas, se encuentran unas esculturas que representan: la homofobia, la homexualidad y la religión, la mente abierta y la insaciable. Estas esculturas las mandamos hacer en Barcelona, con un artista Chico Prats, al no encontrar artefactos representativos para el movimiento, explica Gómez.
Con una mirada burlesca, Jack nos muestra el infierno de la sala. Es una reja plateada y en el fondo están los rostros de homofóbicos, hace hincapié en Aljandro Ordóñez y Vladímir Putín, con un comentario da a entender que la izquierda tampoco se salva de la homofobia. Acto seguido se dirige a ‘Playa el Chivo’, ubicada en la Habana, Cuba, y que en ella hay especial interés por el cruising, práctica sexual en el espacio público con un recién conocido. Al ser Cuba un país comunista homofóbico, esta práctica se comenzó a realizar en una edificación conocida como ‘el Castillito’, una construcción militar que data de 1898 y en la que, con rocas, tizne o arcilla, dibujaban formas asociadas al sexo entre hombres, menciona Jack aclarando que la idea de explicar el cruising no implica que el museo o él estén de acuerdo con que se realice.
Con los pasos haciendo rechinar el suelo se pasa rápidamente por la sala en la que están los libros asociados al movimiento y la sala siguiente en la que están las películas. Allí, desde una baranda se puede ver el lugar de esparcimiento, aclaran que solamente se pueden beber dos cervezas por persona. Hay unas cuantas bancas, una barra con penes de distintas formas y tamaños, televisores y las banderas del orgullo LGBTI, TRANS y LESBICO.
Con una narración histórica, reflexiva, democrática e incluyente en las 14 salas que componen al Museo LGBTI homenaje a Stonewall Inn, buscamos que vengan y se enriquezcan con toda la literatura, cine y en general con toda las exposiciones para que tengan los criterios necesarios para hablar sobre el movimiento LGBTI, finaliza Ruben extendiendo una invitación a conocer el museo ubicado en la Carrera 13 A #38 – 60, a unas cuadras de la estación Avenida 39.
Finalmente, el pensar en las luchas que cargan sus memorias, muchas veces del lado vencidos –que es a quienes debe pertenecer la historia de acuerdo con Benjamín, ya que la verdad queda silenciada y arrinconada por los vencedores– lo que no quiere decir que estén entregados sin dejar de pelear, debería apelar a la historia como arma y buscar las intersecciones en las que las luchas por las reivindicaciones se encuentran, todas las luchas son importantes, no se puede apelar al caminar solos expuestos al olvido.
Gracias por tu lucha Marsha P. Johnson.
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