Publicación: 24 de octubre de 2017
Autoría: Por: David Mejía
¿Entregarían las grandes potencias los tesoros de sus museos, que originalmente no les pertenecieron? ¿O se someterían a legislaciones internacionales que los obligaran a esto?
El tema de moda en las cafeterías, y de columnistas y opinadores profesionales y no profesionales, es el Tesoro Quimbaya que parece le reclamará el gobierno de Colombia al de España. Pienso que en este caso con justa causa, ya que el regalo que hizo de este, el presidente Carlos Holguín, a la Reina María Cristina, fue ilegal al no contar con el aval del congreso.
Aunque dado que para la ley internacional el gobierno de Colombia entregó el tesoro, de manera voluntaria, el asunto se reduce a la buena voluntad del gobierno Español y a la eficiencia que pueda llegar a tener la diplomacia colombiana. Incluso si el tesoro hubiera sido apropiado por España en su época imperial-colonial las leyes internacionales no tratan mucho esto.
En realidad las capitales europeas están atiborradas de tesoros y maravillas no europeas, saqueadas durante su fructuoso pasado colonial. Los museos de París y Londres poseen un gigantesco catálogo de piezas extraídas de todos los continentes habitados por el hombre. E incluso, países con un pasado colonial menos intenso como Estados Unidos y Alemania albergan una vasta cantidad de piezas de otras culturas. ¿Entregarían las grandes potencias estos tesoros que originalmente no les pertenecieron? ¿O se someterían a legislaciones internacionales que los obligaran a esto?
Probablemente no, nadie entrega uno de sus mayores atractivos culturales y turísticos tan fácilmente. Así que en lo que respecta al reclamo del tesoro Quimbaya solo queda atenerse a los buenos oficios y voluntades de las partes.
Pero a lo que quiero llegar realmente con este artículo es a reflexionar sobre la legítima propiedad de los tesoros culturales de los pueblos prehispánicos en Colombia. Y es que esta discusión de moda en la cafeterías, sobre el tesoro Quimbaya, me recuerda la discusión de hace un par de años sobre el Galeón San José y sus riquezas submarinas, o la menos famosa reclamación de las piezas de San Agustín al Museo Etnológico de Berlín y al gobierno Alemán.
Supongamos que mañana el gobierno Español decide devolvernos el tesoro. ¿Qué haremos con este? ¿Ponerlo en un museo como hicieron en Madrid o quizás regresárselo a los Quimbayas? Lo más probable es que también lo pongamos en un museo dado que los Quimbayas fueron extinguidos, por nuestros antepasados criollos y mestizos, hace varios siglos. El caso del tesoro por Quimbaya es fácil dado que el Estado colombiano fue propietario de dicho tesoro, y lo perdió por la estupidez de un hombre.
Pero ¿qué legitimidad tenemos los mestizos de hoy, que difícilmente hablamos alguna lengua no europea, a reclamar la herencia material de la cultura de San Agustín? Un pueblo que ya estaba extinto para la llegada de los españoles. ¿Con qué derecho reclamamos el Galeón San José, si no existía Colombia cuando este barco fue hundido? Reclamamos nuestra ascendencia hispana al rememorar la victoria de Blas de Lezo sobre los piratas ingleses en Cartagena de Indias, pero repudiamos esta ascendencia en otras ocasiones, incluso cuando hablamos el idioma o llevamos en las venas tanto sangre española como indígena americana.
Quizás los tesoros de los pueblos precolombinos, que habitaron América, deban considerarse patrimonio de la humanidad, lo que haría irrelevante su lugar de ubicación o conservación. Estarían tan bien en Madrid como en Nueva York o Bogotá.
Yo, sin embargo, le apostaría a la figura de Estado heredero del Imperio Español, que es, más o menos, la misma figura bajo la cual reclama España su propiedad sobre el Galeón San José. Después de todo, fuimos nosotros también parte integrante de dicho imperio y, como señalé antes, le heredamos en cultura y lengua. Con casi toda seguridad la tripulación del Galeón San José estaría compuesta no solo por hispanos peninsulares, sino también por criollos y mestizos, que murieron guerreando por defender una riqueza cuya propiedad era de un imperio tanto europeo como americano. Sería una figura similar a la que usó Colombia como Estado heredero de la Gran Colombia de Bolívar.
Lo que propongo es solo un ejercicio de realismo y auto reconocimiento como herederos de una historia más vasta y compartida, que nos acerca tanto a España, pero también a los demás países de Latinoamérica. Sé que puede ser problemático para muchos reconocer a saqueadores como sus antepasados, pero las cosas son como son, y quizás como los europeos, que se apropiaron mucho de culturas alrededor del mundo, debamos apropiar algo de ellos para ser una civilización más universal.
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